La ex presidenta Cristina Kirchner nunca imaginó que iba a llegar tan comprometida a declarar ante el juez federal Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli en la causa de las coimas. Cuando arrancó el caso, hace 12 días atrás con la detención de Roberto Baratta tras las revelaciones escritas en los 8 cuadernos de Oscar Centeno, la ex presidenta imaginaba que le alcanzaría con una defensa política para salir airosa. En esas primeras horas, sus asesores legales intentaban convencerla en insistir sobre la supuesta «falsedad» de esas detalladas anotaciones. Argumentaban que el juez solo contaba con fotocopias de las libretas y que podían intentar invalidar la prueba. Pero el escándalo se potenció y ya no alcanza con esa estrategia. Hoy hay nueve arrepentidos (entre ellos Centeno y ocho empresarios) y además nutren el expediente los testimonios de varios ex funcionarios y directivos de empresas que aceptaron haber entregado dinero ilegal para el kirchnerismo a través de coimas o aportes de campaña.

El relato de los cuadernos y todas las pruebas que complican a Cristina Fernandez de Kirchner
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